Hoy he comprado un chisme por internet. El que me lo vendía tenía la cuenta en el BBVA, así que he ido a hacer el ingreso allí, por ventanilla, ya que todavía no cobran comisiones como en la Caixa.
Entro y, de las dos cajeras, una sale a tomar algo. Ambas superan los cincuenta de largo, están cansadas, y tienen cara de pocos amigos. Supongo que serán victimas del mobbing bancario, y estarán esperando una próxima prejubilación en condiciones ventajosas. Resistir es vencer, dicen, aunque de motivación, cero. La que queda apenas da abasto para atender la cola de clientes, y poco a poco, la cola va creciendo.
Hay una mesa junto a mí, estan tramitando algún producto a una mujer inmigrante. La acompaña su madre (supongo que para avalar) y su hijo, de unos 12 o 13 años. Oigo frases entrecortadas: "veinte euros de estudio", "veinte de formalización" y "treinta trimestrales de comisión de riesgo". La mujer asiente, no se si comprendiendo o resignándose, y de seguido se lo intenta hacer comprender a su madre. La madre hace que entiende, suspira y sin decir nada, deja que los demás sigan hablando.
La cola sigue avanzando lentamente. Yo hago lo que llamo yoga mental, una especie de resistencia personal para que nada de esa mierda me afecte, para no transmitir mi impaciencia y mi asco por lo que estoy viendo a los demás. Al cabo de un par de minutos vuelvo a mirar a la mesa. El niño está sentado junto a su madre, en el lugar de su abuela, que se ha ido a trabajar. Ahora el tono cambia. El niño lleva una camiseta del FC Barcelona. El comercial le saca la tablet esa que tienen para firmar contratos. Como todavía el niño no tiene firma, se siente un poco perdido. El comercial le dice "firma como firmaría Messi", "¿o prefieres a Neimar?". Si fuera un dibujo animado le empezarían a asomar los cuernos y explotar una risa sardónica, pero es un decente empleado de banca, y solo se ve una sonrisa amable, y un dedo que señala: firma, firma, firma...
Noto los juegos de la palabrería, del tahúr, del vendemotos, del bancario quemado y presionado. La hija suspira aliviada, solo quiere acabar, no quiere problemas: necesita dinero. El futuro ya vendrá, ya se hará por hacer...
Menos mal que todavía quedan alternativas como el solidario de Botín...