Tal día como hoy, mi aitite Eulogio cumpliría 100 años. Desgraciadamente nos dejó hace ya tiempo, pero me gustaría dejar aquí un pequeño recuerdo de él. Trabajador incansable, al frente del bar Bolivar, se pasó la vida (junto a Nico, mi amama) alegrando los momentos de las gentes de Deusto, nuestro barrio de toda la vida.
Sigo recordándole trasegando vino por las mañanas, llenando botellas desde una garrafa de cristal y mimbre, ayudado por una goma; o jugando, ya por la tarde, la partida con la cuadrilla de siempre. Reservado, tranquilo y trabajador, así vivió y quiso morir, si bien en su funeral, recuerdo, la iglesia de San Pedro se quedó pequeña para tantos y tantos parroquianos que le estimaban. Y es que al final de nada sirve el dinero o el poder, si no tenemos gente alrededor que nos quiera y nos aprecie. Y en eso mi aitite era una persona realmente rica.
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