Y como todo no iban a ser letras, organización y metodología, también me he puesto con el motor de la vieja vespa. Ahora sí que sí, ahora ya no hay vuelta atrás (si es que antes la había). Hoy por fin he llegado al nudo gordiano del asunto: he abierto el motor cual sandwich y ya no hay mucho más que desmontar. Cuatro cosillas, limpiar un poco y luego... ¡a montar! A ver qué tal, ya os iré contando.
Hecho con y Grav.
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