Hoy me vaís a permitir ponerme un poco morboso y necrófilo. No tenía pensado escribir nada, de hecho me encontraba asín un poco vago ;-), ojeando las fotos de mis contactos en flickr, perdiendo un poquillo el tiempo, cuando me he encontrado con esta foto de blancadelamo. Siguiendo la información de los comentarios de la foto, he descubierto la historia de la romana Iglesia de Santa María, además de _todo un mundo de tibias, peronés y cráneos.
Es curioso el poder de seducción de un cráneo. Una vez tuve uno en mis manos. Me lo prestó la hermana de una amiga, estudiante de medicina por aquella época. Recuerdo que lo sostuve sobre mi mano y me sorprendió lo poco que pesaba. Se me hacía extraño pensar que aquel hueso habría contenido en algún momento un cerebro que irrigó de alma, sentimiento y pensamiento algún cuerpo como el mio; que aquellas cuencas ahora vacías albergaron unos ojos, unas ventanas al mundo que permitieron a su poseedor aprehender el mundo que le rodeaba.
Cuando llegué a casa, frente al espejo, hundí las yemas de mis dedos en mi cara, recorriendo con ellas el perfil de mi propia calavera, la cresta dura y curva bajo mis ojos, el puntiagudo hueso que sobresalía sobre mi nuca, o el curvo escudo que protegía, a modo de casco, mi cerebro. Me contemplaba a mí mismo intentando ver más allá de mi propia imagen, imaginando mi propia calavera, pero no pude, fui incapaz.
Pensé entonces lo que cualquiera que haya tenido un cráneo en sus manos habrá pensado: en el sentido de la vida, en su fragilidad, y cómo no, en la muerte. El tema ocupó mi mente un par de días, y aún creo que exagero, y pasó al olvido como tantas otras cosas en la vida, hundido bajo la monotonía diaria, y quiero pensar, alguna nueva experiencia.
El caso es que viendo la foto de flickr, y dejándome mecer por el oleaje de los enlaces en este mar de información, he recordado la experiencia. Pienso que no está mal pensar de vez en cuando en la muerte, y pensar de vez en cuando en la vida, en qué sentido queremos darle a la nuestra en particular; en su duración, casi siempre breve, y en ese montón de cosas que dejamos para más adelante, como si estuviéramos seguros de tener un futuro más allá del ahora.
Termino esta entrada con algunas citas sobre el tema, que me han llamado la atención:
Y dejo la mejor para el final: