Hoy os voy a transcribir unos fragmentos de un libro que estoy leyendo a ratos y que me está fascinando. El libro es "Introducción al pensamiento filosófico", de Moisés González (Ed. Tecnos, ISBN-84-309-3587-8).
Me voy a poner un poco como Abe Simpson e intentaré meteros en situación. Imaginaros: estamos en pleno renacimiento, la edad media ha quedado ya atrás y una nueva forma de ver el mundo y al propio hombre comienza a abrirse paso. El mundo ya no se concibe como ese valle de lágrimas por el que es necesario pasar hasta lograr la vida eterna (teocentrismo dominante), sino como un lugar en donde puede llegar a alcanzarse la felicidad, en el que el hombre es la medida de las cosas:
"Al igual que Pomponazzi, [...] Campanella proclamará con tenacidad el derecho de cada cual a regir su propia vida, es decir, a pensar y vivir libremente. El principio de autoridad [...] debía de ser sustituido por el de la libre investigación. [...] Sin embargo, el camino de la libertad fue para él un sendero dificil y atormentado, pasando en prisión una parte muy considerable de su vida, encerrado.[..] Esta desgraciada situación hizo que su vida se transformase en una angustiosa búsqueda de la dulce libertad perdida.[..] En sus poesias y cartas, escritas la mayoría de ellas en la carcel, encontramos una denuncia contra la violencia que trata de exclavizar y someter al hombre y una defensa de la libertad y del pensar sin trabas como derechos esenciales a todo ser humano.
En Giordano Bruno tenemos otro de los grandes filósofos renacentistas luchadores por la libertad filosófica, en contra del dogmatismo, la intolerancia, y contra una ignorancia especialmente peligrosa cuando se cubre con el velo de lo sagrado.[...] Perseguido por todos, católicos y protestantes, tuvo que peregrinar a la fuerza por Europa, convirtiéndose en una especie de filósofo errante, en busca de un lugar en donde exponer libremente su pensamiento.[...] Sometido a tormento no quiso renunciar a sus convicciones, [...] y allí desnudado y atado a un palo fue quemado vivo. [...] Los inquisidores no se limitaron a quemar su cuerpo, tambien lo hicieron con sus obras, siendo muy pocas aquellas que lograron escapar de la destrucción.[...] Pero, ¿a qué sacrificó este hombre su vida? Simplemente, a sus convicciones filosóficas y a lo que él consideraba como la verdad. La pasión del filósofo, dirá Campanella, es la pasión por la verdad y no la de dar gusto a las gentes.[...]
El más famoso de todos los conflictos que tuvieron lugar en esta época estuvo protagonizado por Galileo y la Inquisición Romana. La batalla que libró Galileo lo fue en defensa de la libertad científica buscando liberar la ciencia del sometimiento a la teología, haciendo de ella un saber autónomo.[...] Terminaron condenándole por sus teorias copernicanas."
No se, cuando me da por pensar en mi vida y en cómo otros han sacrificado la suya para que nuestra generación esté hoy donde está, no puedo evitar ponerme un poco trascendental. Hay algunas personas que se han aferrado con tanta fuerza a su verdad, contraviniendo leyes y costumbres, yendo si era necesario contra todo y contra todos, que gracias a su empeño y a la fe en sus convicciones han logrado cambiar el curso de la historia. Cuando me doy cuenta de que somos un poco deudores de todas esas personas, es cuando no puedo menos que analizar mi propia vida y preguntarme qué hago yo realmente para hacerme merecedor de tanto sacrificio. Tampoco creo que sea cuestión de flagelarse por lo que otros tuvieron que sufrir en el pasado para iluminar nuestro presente, pero no se... ¿de veras hago todo lo que puedo por mejorar el mundo que me rodea?, me pregunto.
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