Me las prometía muy felices ante una apuesta hecha con unos amigos. La apuesta consistía en que mi vespa, ese eterno proyecto de restauración que, como el Guadiana, ha ido ocupando y desocupando mi tiempo libre, iba a estar preparada para el día de mi cumpleaños, este mismo sábado.
Cuando la compré, en Autol (La Rioja), estaba realmente desvencijada. Arrancaba, pero las marchas no entraban bien, de chapa lo que no estaba oxidado estaba directamente podrido, y tenía mil rayones y abolladuras. Todo esto lo descubrí después de rascar la increible cantidad de tierra, grasa y barro que había ido acumulando con los años (según me contaron, esta Vespa la usaba el abuelo del que me la vendió para ir a la huerta, así estaba la pobre).
Después de limpiar lo más grosero y desmontarla, este era su aspecto original:

La mayor matada fue ir quitando la pintura (con un taladro y cepillos de alambre). Luego me dí cuenta de que la imprimación estaba bien y que no tenía por qué haber dejado toda la chapa al aire, pero bueno, son cosas que las vas sabiendo a toro pasado, seguro que si algún día restauro otra vespa hay mil errores que no volveré a cometer :-) Este es más o menos el aspecto que fue teniendo la carrocería, a medida que fuí quitando la pintura:

Con la carrocería ya semipreparada, encontré un carrocero-restaurador que puso tanta dedicación y cariño en su trabajo que realmente me sorprendió. Se llama Julio y trabaja en Deusto (¡a cien metros de donde guardo la Vespa!). Estuvimos casi dos meses decidiendo el color y un montón de detalles en los que no había reparado, pero al final el trabajo fue sobresaliente.
Yo, por mi lado, fuí haciendo acopio de todas las demás piezas que sabía me iban a hacer falta: cables de transmisión nuevos, fundas de teflón, nuevo cableado eléctrico, rodamientos, juntas, retenes, tornillería, circlips... en fin, realmente una locura.
Tras recibir la carrocería, me puse con el montaje. El tiempo corría deprisa, ya era abril. Cableé la vespa con las nuevas fundas, monté la guantera, el nuevo claxon, el manillar. Estaba completando el montaje de la barra de dirección delantera cuando, al montar las zapatas, tuve que limarlas porque rozaban con el tambor (esto de las vespas no es una ciencia exacta :-D). Los cárteres del motor ya estaban unidos de nuevo, con algún rodamiento, el muelle de arranque y las gomas de tope nuevos.
Y AHÍ EMPEZARON MIS PROBLEMAS...
Al llenar el motor de aceite (SAE 30), me dí cuenta de que la rosca donde va alojado el respiradero está comida, tiene holgura, y el aceite se escapa por ahí. Preguntando en Vespa Club Sevilla, me comentan que una solución es usar un helicoil (algo de info en seysu.biz). La primera en la frente, ¡el tiempo se me echa encima!.
Sigo montando el motor, con idea de arreglar más adelante el problema del respiradero. Meto el pistón (con jaula de agujas nueva), los segmentos nuevos (los originales se me partieron al desmontar), el cilindro (por cierto, menos mal que leí el truco de la brida para ir metiendo el piston en el cilindro), la culata... todo bien. Rosco la bujía y ¡NO PUEDE SER, LA ROSCA TAMBIÉN ESTÁ COMIDA!). Pruebo con tres o cuatro bujías, por si alguna logra agarrar, pero no hay forma. Me desespero. Miro precios de culatas y no son excesivamente caras, pero no me quiero precipitar, ya estoy empezando a asimilar que voy a perder mi apuesta :-)
Por último, intento montar el volante magnético. En su momento, al desmontarlo, se me fastidió una de las bobinas. He intentado por activa y por pasiva encontrar una bobina igual, pero no la encuentro por ningún lado. Al final compré en Scooter-center (tienda on-line Alemania), unas bobinas supuestamente compatibles, pero QUE NO ENCAJAN EN MI PLATO PORTA-BOBINAS. Ahora tengo un dilema: ¿intento encontrar algún apaño o ahorro un poco y compro un plato magnético completo nuevo? También podría plantearme instalar un arranque electrónico, pero el precio se me dispara y no estoy por la labor.
Al final, este es el resultado a cuatro días de que termine el plazo para mi apuesta:

Me fastidia haberme quedado a las puertas, pero qué le vamos a hacer, a veces las cosas se tuercen cuando uno menos lo espera. De todas formas, con mi falta de constancia, creo que si no hubiera apostado una alubiada con estos amigos, la restauración estaría todavía en una fase muchísimo más temprana :)
Ya empiezo a asumir que este no será el verano de mi vespa super, pero realmente prefiero hacer las cosas con calma y mimo, sin prisas.
Ahora siento que tengo sobredosis de vespa, así que dejaré pasar el verano y a la vuelta volveré a la carga con ella. Ya os iré contando mis penas y alegrías con la moto :-)
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